MicroEmpresas
¿Qué son las MicroEmpresas?
Por Nelson Reyes
Las razones para impulsar la microempresa como una forma de autogestión y desarrollo económico y humano, son muy evidentes en nuestros tiempos. Aunque el concepto fue “desterrado” y “degradado” en Puerto Rico por mucho tiempo, ahora se ha convertido en una moda.
Si hacemos una revisión de las estructuras gubernamentales que promueven los asuntos económicos encontraremos que la microempresa no estaba considerada como una de las formas de establecer negocios. Las agencias que promueven negocios no habían incluido beneficios ni incentivos para este sector.
¿Por qué? Porque el paradigma dominante de quienes han dirigido los destinos de estas agencias y estructuras parten de que lo que mueve la economía son las grandes empresas. Esta forma de entender las nuevas realidades ignora que la economía movida por las grandes empresas y la formación de empleados ya se agotó.
En el caso de Puerto Rico, esta realidad se hace más compleja ya que la educación, la política electorera y la manipulación ideológica de los partidos que se han repartido el poder por los pasados treinta años, formaron una cultura de dependencia y anti autogestión. Nos convencieron que no podíamos ser emprendedores/as y que no éramos capaces. ¿Resultado? Según el economista Manuel Lobato, por cada mil (1,000) habitantes solo creamos diez (10) empresas con empleados.
¿Qué es una microempresa? En Puerto Rico las definiciones no son muy precisas y podrían variar de agencia en agencia. Este servidor utiliza la definición de la Association for Enterprise Opportunity (AEO, por sus siglas en ingles) que define la microempresa como una actividad de negocio, incluyendo el trabajo por cuenta propia (autoempleo), que emplea a cinco (5) personas o menos y que requiere una inversión inicial de $35 mil o menos para iniciar operaciones. Otra característica que le atribuye la AEO es que son actividades que no tienen acceso a la banca tradicional.
Para impulsar este tipo de actividad de negocios y hacerlo desde la óptica y la lógica de la economía solidaria, aquí en Puerto Rico la microempresa que impulsamos tiene el nombre de microempresa comunitaria. Es decir, es una forma de hacer negocios que se hace desde la lógica de la solidaridad. Una actividad de hacer negocios que se inserte en el desarrollo económico comunitario. Que incorpore como parte de su quehacer de negocios la protección y conservación de la naturaleza y sus recursos. Que ponga a la persona por encima del capital porque esta es la forma de humanizar lo económico y de generar y distribuir riquezas.
Esta otra forma de hacer negocios requiere educación. No es posible establecer actividades de negocios desde esta lógica sino se implantan procesos de incubación que formen este tipo de negocio. Las formas legales de organizar este tipo de negocios pueden variar. Pueden ser corporaciones especiales propiedad de trabajadores, “haciendo negocios como” (conocidos en inglés como DBA, “Doing Bussines As”) y otras formas legales.
Dada la regulación local del modelo cooperativo, la promoción y formación de microempresas bajo la forma de cooperativas se hace cuesta arriba aunque no imposible. Y por ser, junto a la corporación propiedad de trabajadores formas asociativas de trabajo, son el modo ideal de organizar actividades económicas solidarias. No son la única forma de hacer economía solidaria, pero si la forma más completa desde esa lógica.
De igual forma, dado que la microempresa comunitaria es una forma de posibilitar el desarrollo económico en comunidades pobres, la viabilidad económica de una idea es otra de las limitaciones para organizar muchas de estas actividades bajo la forma de una cooperativa.
Frente a esta realidad uno de los retos del movimiento cooperativo es como se abre a la posibilidad de viabilizar procesos de incubación de microempresas comunitarias-solidarias aunque no sean bajo la forma legal de cooperativas. Que la educación y formación que ofrece la incubadora de microempresas comunitarias sea una fase previa para poder romper el espinazo a la cultura individualista y de dependencia con la que se formaron nuestras últimas dos generaciones.
El reto del movimiento cooperativo es ir más allá de sus fronteras para inyectar el “virus” de la solidaridad en diversos escenarios y de diversas formas. Esa inversión no será en vano.